viernes, 28 de octubre de 2011

Constantino Rodríguez, los colores y las consistencias

A veces pasa que cuando las opciones parecen terminarse, la grata sorpresa nos está esperando más adelante. Hay a quienes nos tambalea la impaciencia; hay otros que saben esperar con serenidad. Entonces, cuando la fortuna llega, estamos los que la devoramos y están los que la recorren con calma. Así empezó su recorrido Constantino.
Constantino Rodríguez tiene 21 años y jamás, en toda su vida laboral como chofer, había contemplado la posibilidad de vivir haciendo gelatinas. Hace nueve meses llegó a la panadería en donde trabaja sin haber cocinado algo verdaderamente elaborado. La repostería estaba más allá de sus expectativas; más allá de todos los paisajes citadinos que le tocó recorrer al volante. La casualidad simplemente le llegó en la oportuna propuesta de un primo.
Hay personas así: que dejan las dudas para los eventos realmente importantes, que conciben fácil las posibilidades, que se descubren intentándolo todo, por artesanal y elaborado que parezca.
Supo tomarlo con calma y filosofía; de otro modo, no se echan a perder más de 30 gelatinas sin perder la cordura. Hoy en día, de lunes a miércoles prepara 3,000; de jueves a domingo, alcanza las 7,000. Ante esas cantidades pantagruélicas, las primeras pruebas fallidas se vuelven minúsculas evidencias de una paciencia de acero que ahora arroja los resultados necesarios para alimentar los antojos de gelatina de todos los habitantes de la colonia Nativitas.
También hay que mencionar que para lograr tal proeza, la hora de entrada es a las 6:00am y la de salida a las 5:00pm. En temporada alta, las cosas cambian ligeramente: el descanso sucede hasta las 9:00pm. Constantino me da el dato sin queja alguna; sin espanto. Con sobrada experiencia y un preciso cálculo de las porciones, empieza la elaboración de la gelatina artística desde la noche anterior en la que prepara la revoltura. Deja que el sereno y la luna hagan su trabajo y retoma a la mañana siguiente. El tiempo es lo que hace una buena gelatina, comenta.
Su especialidad es la gelatina de rompope con queso (sí, leyo usted bien: rompope con queso); la que más trabajo le cuesta, la de hojas de corte. Para elaborarla se necesita un pulso implacable y certero. Entre su repertorio se encuentran los mousses y el flan.
Hoy en día, Constantino no puede evitar ponerse a prueba y gusta de comparar su trabajo con las gelatinas que compra en la calle… Nada más por el mero gusto de saberse bueno en lo que hace.
Su madre y sus dos hermanas están al tanto de sus habilidades y en las visitas familiares, a Constantino le es preciso llevar la correspondiente prueba de que sigue cultivándose en materia de sabores y consistencias.
Vive solo, descansa los lunes y ve tele en sus ratos libres. Tiene el cuerpo macizo, la complexión robusta, las respuestas sencillas y los secretos de las recetas celosamente guardados. No cree en las supersticiones culinarias. Supongo que con una jornada de trabajo así, cualquiera tiene la capacidad de dejar a un lado los augurios.

2 comentarios:

  1. Wow. ¡Qué buen perfil! ¿Esta persona existe? ¿Lo entrevistaste? Muchas gracias por compartir el resultado de tus horas de trabajo. Un abrazo fuerte.

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  2. Angélica:
    Todas estas son personas reales que caminan con su existencia al lado de nosotros.
    A todos los entrevisto y luego los escribo. Lo mejor de este trabajo es encontrar toda esta luz.
    Tu visita a este blog siempre (siempre, siempre) siempre es un grato regalo.

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