domingo, 15 de diciembre de 2013

Días de rabia

No es cierto que tuve miedo.
No es cierto que cuando llegué ya había un grupo de manifestantes encapsulado y que los otros, los que estábamos al pie del Ángel de la Independencia, gritábamos para que los dejaran salir.
No es cierto que éramos menos; que había más uniformados con los toletes dispuestos. No es cierto que lo único que llevábamos con nosotros era nuestra indignación y que eso no bastó.
No es cierto que nos tuvimos que meter a un Sanborns donde pusieron cadenas en la entrada porque la tensión parecía expandirse a todos los camellones. Tampoco es cierto que en una pantalla de plasma se proyectaban unos villancicos navideños mientras veíamos cómo los granaderos cerraban a su paso cualquier posibilidad de salir o entrar. Menos aún que del otro lado de la acera había un grupo de gente despreocupada que bailaba tango ignorando -sin el menor esfuerzo- la impotencia de los que no podíamos creerlo.
Una chica que salió del restaurante miró todo con desprecio porque ya no podría llegar a su función de cine... eso tampoco fue cierto.
No fue cierto que no tuve el valor de meterme a la cápsula para arriesgarme. No fue cierto que los manifestantes avanzaban al capricho de los granaderos quienes demostraban que el uso de la fuerza estaba por encima de la razón y por encima de los derechos de cualquiera.
No es cierto que en las calles el resto de la gente seguía la vida sin mirar al otro, sin cuestionar nada; que los centros comerciales seguían rebosantes de luces y clientes navideños.
No es cierto que apenas una hora después quienes tenían tomado el Ángel eran quinceañeras que se iban a tomar la foto; que los vehículos de alrededor eran limosinas blancas y rosas que hacían de carrozas con luces de neón por dentro y ambiente de antro.
No es cierto que nos quebramos.
No es cierto que se nos está cayendo todo a pedazos.
No es cierto que esto es demasiado.
No es cierto que hemos tocado fondo.
Y no es cierto porque este país se nos convirtió en un abismo en el que nunca dejaremos de caer.