sábado, 16 de octubre de 2010

Azul, azul, azul

Las besó a todas y cada una pero ninguna parecía despertar. No mencionaban el sexo. Querían casarse y hablaban de amor. ¿Quién había planeado la dirección del inconsciente colectivo? Entonces lo más básico y elemental lo empezó a conseguir por dinero. Era más fácil entregar billetes que anillos. Los halagos eran baratos pero las promesas generaban deudas alarmantes. Eso lo sabían bien las brujas. Con ellas era fácil entenderse. Lo único malo es que eran rencorosas y casi todo se lo tomaban a mal. El tiempo y los insultos las habían hecho desconfiadas. No había escapatoria. Definitivamente la suya, era la peor parte.

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