miércoles, 22 de junio de 2011

Disertaciones en torno a los personajes que se nos van

En este espacio escribo a título personal. Escribo por urgencia, sin ficciones de por medio. La urgencia de la realidad apremia un paréntesis. Así pues, esto que viene soy yo en mi calidad de escribana y lectora.
Por motivos tan terribles como cotidianos, la oportunidad de escribir y leer se me había mermado porque, como bien me dijeron una vez: "Lo urgente no da tiempo para lo importante". Por demás está hacer una lista de las cosas que me atropellaron: aquellas que me agotaron, que me quitaron el sueño, que me alejaron de la palabra escrita por el mero placer.
Hoy retomé una novela que no había podido leer como suelo y recordé una sensación que hacía meses no vivía: la muerte de un personaje. Uno que viví de a poco en trayectos del metro, en instantes diminutos de espera, en noches en las que el sueño y el cansancio le ganaron el duelo a la lectura. Uno entrañable, conmovedor. Éste era generoso e ingenuo. Hoy, al filo de la página 354, Pedro Torres Hinojosa, anciano quijotesco, falleció en las páginas de La emperatriz de Lavapiés. Jorge F. Hernández me lo develó página a página con un detalle que me sacó varias veces el aliento.
Hoy, recordé que soy un animal solitario y que la ficción hace sabrosa la soledad. Hoy se me murió un personaje al que atendí con demasiadas interrupciones, al que construí atropelladamente. Al que he querido durante más de tres meses sin la constancia que se merecía.
Con su muerte recordé a otros fallecidos, a otros que me obligaron a cerrar el libro y detenerme un instante para entender lo que acababa de leer. Otros que me dejaron abierto el corazón.
La muerte de los personajes de ficción nunca es una pérdida porque volverán a vivir cuantas veces uno los comente, los cite, los recuerde. También volverán a morir inevitablemente, sin embargo, cada uno de ellos se queda detenido y presto para ser releído y eso, tal vez, es lo que hace que la Literatura sea el lugar para estar, porque es ella quien le da a un nombre la inmortalidad.

2 comentarios:

  1. "¿Qué hacen los personajes de un libro cuando nadie lee el libro?" M. Ende

    ResponderEliminar
  2. Supongo, Wigahluk, que sólo son palabra escrita o tal vez están viviendo la historia pero a a oscuras... O quizá se queden detenidos sin saberlo. Quién sabe.
    Gracias por su visita.

    ResponderEliminar