Para Beatriz Flores
Sabemos que lo que viene es el silencio.
Uno de los más sólidos. Uno que parece muro.
Lo que viene es una montaña muy escarpada.
Lo que sigue es uno de los caminos más difíciles porque la ausencia se pone a habitarlo todo y sale a la menor provocación, por todas partes.
Casi nunca hay tregua. Sólo a veces.
Lo mejor es dejar que los ojos se te hagan un río y esperar a que se te salga toda la sal.
Lo mejor será no entender nada para empezar de nuevo. Y es que, después de un tiempo, hay que volver a andar.
Cuando los animales nos regalan tanta belleza siempre es difícil volver a encontrarla en otro lugar. Pero ahí está.
Cuando estés lista, cuando puedas sonreír sin que el corazón se te venga abajo, confía en que la luz -tantísima luz-, permanecerá.
El dolor se asienta. Es de a poco. Tantos años no son fáciles de acomodar.
Sin embargo habrá voces, llamadas, palabras, abrazos... Sujétate fuerte. Jalaremos mucho para que sepas que en medio de la soledad, haremos todo lo que esté en nuestras manos para ayudarte, para que te vuelvas a acompasar con los días, para lograr la dificilísima tarea de estar.
Por lo pronto aquí están mis brazos para tu llanto y mis palabras para rendirle un pequeño tributo al felino maestro que te tocó cuidar.
Que todos los dioses de todas las mitologías lo reciban.
Que se ponga a platicar con mi iguanita sagrada.
Que la luz sea siempre contigo y con él.