martes, 13 de noviembre de 2012

Otra de antaño

Cuando era niña mi favorito era el número dos. Y es que mi maestra me decía que ese número era un cisne; que observara con calma. Que si me acercaba podría ver sus alas. Que era finísimo y que había que fijarse bien. Que era del color del crayón con el que lo dibujaba.
Entonces yo lo veía flotar en la hoja. Me ponía a hacer una familia entera porque quería hacer cisnes que volaran, pero todos permanecían quietos porque les gustaba el agua.

2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2...

Después me dijo que la ese era una viborita. Que observara las curvas de su cuerpo que parecía trasladarse en la arena todo el tiempo. Que si la decía en voz alta, escucharía lo que las víboras dicen a los que saben escuchar.
Como acostumbraba, me puse a escribir un número incontable de viboritas para que todas sonaran al mismo tiempo.

S s SSss S s sssss SsSSss
ssSsSSssSSSSsS
SS ss sS S ss SS ss


Así es como aprendí a que lo que uno escribe puede quedarse en el agua, puede echarse a volar o puede matar.

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