Y un día, todos despertaron sin saber su nombre. Imposible saber los apellidos. Nadie se parecía a nadie porque todos se habían acostado con todos. Tal vez por eso les dieron ganas de sacarse los ojos y arrancarse las lenguas. Nunca tuvieron entusiasmo para conversar, pero maldecir parecía ser un talento del que hacían gala a la menor provocación.
Cuidado con el que intentara irse. Aquí no había lugar para los renegados, pero eso no implicaba que tuvieran derecho a un espacio mejor. Si no era aquí, tampoco sería allá, aullaban.
Hijos todos del mismo rencor; atormentados todos por el mismo llanto. Sin padre ni madre. Sin hermanos. Sin motivos. Sin abrazos consanguíneos. La sangre estaba en otra parte y no era señal de linaje; sólo se trataba de cicatrices sin cerrar.
Estaban los que habían decidido dejar de reproducirse para acabar con la peste. Estaban los que no paraban de escupir saliva y semen por todas partes. Como sea, a todos les tocaba su porción de escozor e incertidumbre. A todos les tocaba la misma verdad: salvarse a toda costa. Escapar. El problema era el método. Quién sabe cómo, quién sabe por qué, seguían usando los dientes. Si nadie había nacido caníbal. Si a nadie le gustaba tragarse las vísceras de sus semejantes. Y quién sabe por qué, parecía que nadie sabía cómo evitarlo. Lo único que sabían hacer de distinta manera, era llorar.
Encantador como siempre. Lo que no entendí es si esta familia hacían solamente el llanto diferente, o también otras cosas como decidir no reproducirse o echar semen. Me lo explicas? bueno, como sea, es un placer leer esto. Saludos.
ResponderEliminar¡Gracias por la visita!
ResponderEliminarAl parecer todos sentían que tenían solamente una opción: salvarse. Unos lo hacían escupiendo esperanza, saliva y semen; otros, dejando de reproducirse.
Sí... además de llorar de manera distinta, buscaban todas las opciones posibles para escapar.
Gracias por ayudarme a aclararlo.
Abrazo.