De repente siento que tengo tu nombre por todos lados; como si todo el tiempo escuchara tu voz. Como si pudiera burlar cualquier distancia.
La calamidad me sucede y sé que en alguno de tus rincones me puedo esconder. También me puedo sembrar y después ponerme a crecer. Germinar en tus brazos.
También me gusta pensar que así, de alguna manera, te pongo a salvo. No sé de qué; tampoco de quiénes. Con que aquí te quedes y te mojes los pies en el agua de estas orillas, está bien.
Con eso.
Hola, Lou: gracias por recordarme esta pasión que también habita en mí. Recibe un fuerte abrazo.
ResponderEliminarUna errata: "No se de qué...", debe decir: "No sé de qué...".
¡Uf! Me salvaste Angélica. Muchísimas gracias por tu observación y tu visita.
ResponderEliminarAbrazo fuerte, fuerte.