martes, 27 de abril de 2010

Dolor, dolor, dolor...


El amo continuó:
─ Y te voy a golpear por todas las veces que te has negado y te voy a pedir perdón por todas las que no te he soñado.
El esclavo sonrió. Se quitó la camisa a cuadros y mostró satisfecho las cicatrices de la última ocasión. Se arrodilló con toda la dignidad que le fue posible. Como siempre, dispuesto al dolor.
─ Es todo por hoy. La sesión ha terminado.─ Dijo el amo.
El esclavo supo que tendría que volver a marcarse él mismo. Que su amo jamás lo iba a hacer.
A veces sentía que tanto dolor era insoportable.

2 comentarios:

  1. Uppps, ¡qué fuerte! Y tan cierto, es uno siempre quien se inflinge el dolor. ¡Felicidades por sus logradas ficciones breves!

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  2. Por siempre amaré este post Lou! esta increíble..
    Lo leo y lo leo y más me gusta.

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