A veces quisiera decírtelo todo de golpe, pero me da miedo.
A veces no sé salir de este silencio que contiene todo el cariño, todo el deseo, toda la furia, todo tu nombre y todo lo que no entiendo.
Casi siempre tengo la brújula perdida y la noche inminente. Lo bueno es que tienes bondad de luciérnaga y entonces yo sé por dónde caminar.
Casi nunca tengo las certezas en su lugar. Soy desordenada con el asunto de andar soñando.
Soy una loca con los abrazos y casi siempre aprieto de más. Afortunadamente naciste a prueba de infiernos y sabes esperar. Sabes mirar a los ojos, sabes cantar en silencio, sabes dibujar corderos, sabes hacerme campos de trigo, sabes desenredarme el cabello, sabes descifrar las coordenadas que yo no entiendo, sabes desarmarme la ira, sabes dejarme correr.
Sin saberlo sabes de mí lo que yo apenas empiezo a saber. Lo que yo no había visto ni previsto.
Ahora puedo cerrar los ojos y entender sin tener que explicar nada. Sólo tengo que recordar que la luciérnaga eres tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario