No. Los elefantes no fueron a llamar más elefantes y nunca necesitaron cantar para contar. Tampoco fue suya la iniciativa de ponerse plumas en la cabeza o adornos en su extenso lomo. Hicieron lo necesario: pararse en dos patas, transportar a los irreverentes, actuar en películas con melcocha para niños, recibir cacahuates, convertirse en íconos de buena suerte, revelar su divinidad en algún pueblo elegido...
Basta con mirarlos a los ojos para saber que nosostros sólo somos parte del plan.
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