Lo sé. La encontraré a la salida del café. Llevará puesta una gabardina color hueso porque ese día hará frío. Usará tacones −cómo me fascinan los tacones− y seguro que debajo tendrá un vestido entallado. Será morena, de cabello negro, suelto, ensortijado y un gran bolso que esconderá lo necesario. Sabrá que soy tímido y que tendré miedo. Se acercará a mí. "Nadie va a lastimarte", me dirá con voz suave. La miraré sin saber qué pensar, con el deseo latente de que sea cierto y también de que no lo sea. "Es una mera formalidad" responderá amable ante el extrañamiento de mi expresión. No podré articular palabra y ella lo sabrá. En cuanto sepa el efecto de su mirada no me la quitará de encima. Empezará:
−Dirás tu apellido cuando quieras que pare.
−¿Mi apellido?
−Sí.
−Eso es muy personal.
−Esa es mi regla.
−Preferiría decir algo más... menos mío.
−¿Entonces?
−Diré... rojo. Sí: diré rojo.
−¡Cuánta creatividad! Supongo que sabes lo que esto te va a costar.
Volveré a tratar de entender.
−Desobediencia.− comentará.
Respiraré hondo; no estaré seguro de seguir caminando hacia el lugar acordado. Me habrán dicho que todo estará como lo pedí, incluyéndola a ella.
Subiremos por el elevador. Ante la puerta 407 que me parecerá inmensa le confesaré:
−Tengo miedo.
−¿De?
−De que nada vuelva a ser igual.
Suspirará y aseverará satisfecha:
−Sí, esto no es igual, afortunadamente. De eso se trataba.
Entrará decidida y yo me quedaré en el umbral.
−Aún te puedes ir. No me sorprendería. Los cerdos son así.
Pensaré que no entendí sus últimas palabras.
−Sí, los cerdos como tú. Los ordinarios cerdos como tú.
Apretaré las mandíbulas. Entraré. Cerraré la puerta con cerrojo.
−Te pones este pañuelo en los ojos y luego te desnudas. Ya estás aquí. Solo te dirigirás a mí si yo hago preguntas. Lo que tengas que decir no me importa.
Sabré que algo así pasaría pero no estaré listo para escucharlo. No podré evitar cerrar los puños.
−No me gusta decir una orden dos veces, así que pon mucha atención...
Poco a poco dejaré de escuchar. Me costará creerlo. En mis oídos sólo entrarán como balazos las palabras cerdo, esclavo, insecto, perro, imbécil... Me dolerá algo. Sabré entonces que, en efecto, nada será igual. Me perturbará la sensación de estar completamente desnudo ante una mujer que no parará de insultarme, que querrá que me hinque, que me tomará de los cabellos para humillarme. Será demasiado. Yo habré sido hasta entonces un hombre ejemplar sin nada; futuro jefe de familia que después de haber cruzado esa puerta se convertiría en todo eso que ella decía. No podré entender ni querré hacerlo. Ella seguirá serpenteando insultos ante mi impavidez y entonces súbitamente se detendrá. Me dirá con amabilidad que no estoy listo. Me quitará el pañuelo de los ojos e intentará decirme algo, pero será demasiado tarde porque no soportaré la compasión; porque yo no podré vivir con la compasión de una mujer que se cree superior a mí. Apenas me ponga la mano en la espalda para darme unas palmaditas me sentiré como el estúpido más mezquino del mundo y sin pensarlo le daré con el puño en la cara. La inmovilizaré con el antebrazo en la garganta y ella pedirá auxilio. Le gritaré "¡Cuánta creatividad!". Le devolveré los insultos que me escupió mientras termino con la belleza de su finísimo rostro a golpes contra la pared. No podría hacerlo de frente porque sé que no toleraría su mirada. Intentará pedirme perdón pero el tronido de sus cervicales se escuchará primero. Me volveré a sorprender de su fragilidad. Desearé tener más ira pero me vencerá la impresión del desastre. Entonces me sentiré más desnudo que nunca. Me vestiré con dificultad porque me temblarán las manos. Saldré a toda prisa. Mientras camine presuroso me diré que yo no soy un perro ni un esclavo ni un insecto ni un cerdo ni un imbécil. Trataré de convencerme, pero entre más me lo repita, sabré que nunca había estado tan convencido de lo contrario.
¡Cuánta violencia!
ResponderEliminarNoooo buenoooo!! Buenísimo!
ResponderEliminar¿Con esa boquita comes? ;)
ResponderEliminarA partir de esta lectura, que me gustó, creo que te podría interesar el narrador japonés Ryu Murakami (nada que ver con Haruki). Saludos.
ResponderEliminarUffffffff!!! Fuck!! mierda!! y cuanta maldición más para este..
ResponderEliminarCCV*
Machos cabrios.. Porqué nos gustarán tanto?
ResponderEliminarCCV*